El mejor regalo que podemos aportar a otra persona que sufre es nuestra presencia. Nuestra presencia anclada en nuestra paz, serenidad, sabiduría, ternura, profundidad y alegría. Es una capacidad innata que todos tenemos y podemos desarrollar infinitamente.
Con esta presencia estamos, sin saberlo, acompañando al otro cuando más lo necesita. SARA PONS
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