Rosa. Administrativa. 59 años

Me llamo Rosa. Mi profesión ha sido administrativa durante 37 años. Voy a intentar ser breve y concisa en mi experiencia compartida con Sara que ha estado en el momento más importante de mi vida, pero no quiero adelantar acontecimientos y voy a relatar mi vivencia.

¿Por qué pediste acompañamiento?

Hace ya 6 años, en junio del 2013, con una vida hasta entonces normal, como cientos de personas, casada unos 20 años. En aquel momento hacía un par de meses que me había quedado en paro, mi marido también lo estaba. Él tenía una serie de molestias y fuimos al médico y empezó la pesadilla más larga e irreal que he vivido. Le detectaron un cáncer del tipo 4 en la laringe, y de los que tenía peor pronóstico de todos. En esos momentos que parecen como una pesadilla o un mal sueño, no te crees que te pueda pasar a ti. Desde pasar por el estupor, el por qué te pasa esto a ti, por qué si eres buena persona, sentimientos de ira, rabia, frustración, se te pasa todo por la cabeza, hasta que al final aceptas, (bueno eso no llegas a aceptarlo nunca) y decides entonces plantarle cara al cáncer, esta maldita y cruel enfermedad.

Empezó entonces  nuestro peregrinaje y tratamientos de toda índole que le realizaron.
Como era tan malo el cáncer que tenía, para intentar erradicarlo o pararlo fue un tratamiento agresivo, muy agresivo, del que le quedaron secuelas muy importantes, casi no podía hablar, se quedó sordo, le afectó también a varias vértebras, no podía comer por tener la garganta dañada y hubo que colocarle una sonda peg en el estómago para introducirle la comida y medicación…

En fin, estos años, han sido muy duros pues él poco a poco iba deteriorándose, la enfermedad iba haciendo su inexorable curso. Hemos pasado muchas andaduras juntos, pero él y yo siempre juntos, y toda esta experiencia sirviendo en todo momento para afianzar nuestro amor, pues eramos dos personas en una luchando en esta guerra sin cuartel… Paso a paso… él aguantando todo el sufrimiento físico y psíquico por mí, por no dejarme sola y abandonada, y yo junto a él, por todo el amor que sentía y siento por él… mi marido, mi amigo, mi confidente, mi todo, el amor de mi vida…

Llegó un momento en el que yo veía que se iba acercando el desenlace no deseado y preguntándome cómo lo iba a hacer llegado el momento de despedirme, no quería reconocerlo ni aceptarlo, pero se aproximaba el final.
Entonces mis grandes amigas, y mejores personas de Mollet Contra el Cáncer me hablaron de una persona que estaba en el hospital de Mollet haciendo el «acompañamiento espiritual» y me concertaron una visita con ella. Desde el primer minuto contacté con ella, pues tiene una luz y una transparencia que te ayuda a hablarle de tus inquietudes, miedos, pánicos sobre lo que se acerca. Le pedí toda clase de ayuda, herramientas para poder hacer mi despedida, mi adiós a la persona que más quiero en el mundo, y que fuera lo más fácil para mí, y sobre todo para él, para el largo camino sin retorno que iba a realizar.

Desde el primer momento me dijo que con amor y cariño podría hacerlo, demostrándole que se iba a ir pero que yo me quedaría con su amor, nuestro amor, en mi corazón. También conoció a mi marido y también conectaron al instante, con Sara es muy fácil expresar y compartir tus sentimientos. Él también le dijo que seguía luchando por mi amor, por seguir junto a mí, pero que ya no tenía fuerzas, que se iba apagando.
Inexorablemente llegó el día en que tuve que despedirme de él, y a pesar de tener mi corazón roto de dolor, en compañía de Sara y dándole mi mano y mi abrazo, me despedí de él, hablándole de lo feliz que había sido, recordándole toda nuestra experiencia juntos, que se fuera tranquilo, que yo solo quería que no sufriera, en definitiva que era y es mi amor. Así se fue, con todo nuestro amor y sé que donde esté lo sigue percibiendo, porque está y estará siempre en mi corazón.

¿Qué valoras del acompañamiento?

Con Sara ¿qué decir de ella? estuvo en esos momentos y está, pues sigo viéndola a menudo, para hablar de cómo me siento, de que poco a poco el dolor va mitigando, porque es inhumano vivir con ese dolor. Ella me va dando indicaciones, los llama deberes que debo hacer para la próxima visita y poco a poco, mi corazón va llenándose de más amor, por el recuerdo, por los recuerdos que tengo y consigo casi hablar ya sin llorar de la pena, porque sé que me está ayudando a salir adelante de este gran vacío que tengo. Y saldré adelante porque sé que tengo que salir con su ayuda y poder aprender a vivir de nuevo esta nueva faceta de mi vida que me ha tocado vivir.